Foto: R.B (Juntalibros)
De algún tiempo a esta parte
I
Aquí está el sol con su único ojo, la boca escupe fuego que no se hastía de calcinar la eternidad. Aquí está como un rey derrotado que mira desde el trono la dispersión de sus vasallos.
Algunas veces, el pobre sol, el heraldo del día que te afrenta y vulnera, se posaba en su cuerpo, decorando de luz todo lo que fue amado.
Hoy se limita a entrar por la ventana y te avisa que ya han dado las siete y tienes por delante la expiación de tu condena: los papeles que sobrenadan en tu oficina, las sonrisas que los otros te escupen, la esperanza, el recuerdo… y la palabra: tu enemiga, tu muerte, tus raíces.
II
El día que cumpliste nueve años, levantaste en la playa un castillo de arena. Sus fosos comunicaban con el mar, sus patios hospedaron la reverberación del sol, sus almenas eran incrustaciones de coral y reflejos.
Una legión de extraños se congregó para admirar tu obra. Veías sus panzas comidas por el vello, las piernas de las mujeres, mordidas por cruentas noches y deseos.
Saciado de escuchar que tu castillo era perfecto, volviste a casa, lleno de vanidad. Han pasado doce años desde entonces, y a menudo regresas a la playa, intentas encontrar restos de aquel castillo.
Acusan al flujo y al reflujo de su demolición. Pero no son culpables las mareas: tu sabes que alguien lo abolió a patadas –y que algún día el mar volverá a edificarlo.
III
En el último día del mundo – cuando ya no haya infierno, tiempo ni mañana – dirás su nombre incontaminado de cenizas, de perdones y miedo. Su nombre alto y purísimo, como ese roto instante que la trajo a tu lado.
IV
Suena el mar. La antigua lámpara de alba incendia el pecho de las oscuras islas. El gran buque zozobra, anegado de soledad. Y en la escollera herida por las horas, de pie como un minuto abierto, se demora la noche.
Los seres de la playa tejieron laberintos en el ojo del náufrago, próximo a ser oleaje, fiel rebaño del tiempo. Alga, litoral verde, muchacha destruida que danza y brilla cuuando el sol la visita.
V
De algún tiempo a esta parte, las cosas tienen para ti el sabor acre de lo que muere y de lo que comienza. Aspero triunfo de tu misma derrota, viviste cada día con la coraza de la irrealidad. El año enfermo te dejó en rehenes algunas fechas que te cercan y humillan, algunas horas que no volverán pero que viven su confusión en la memoria.
Comenzaste a morir y a darte cuenta de que el misterio no va a extenuarse nunca. El despertar es un bosque de hallazgos, un milagro que recupera lo perdido y que destruye lo ganado. Y el día futuro, una miseria que te encuentra solo: inventando y puliendo tus palabras.
Caminas y prosigues y atraviesas tu historia. Mírate extraño y solo, de algún tiempo a esta parte.
De “Los elementos de la noche” (1963)
El reposo del fuego (1966)
No me preguntes como pasa el tiempo
En el polvo del mundo se pierden ya mis huellas
Me alejo sin cesar
No me preguntes como pasa el tiempo.
Li Kiu Ling traducido por Marcela de Juan
Al lugar que fue nuestro llega el invierno
y cruzan por el aire las bandadas que emigran.
Después renacerá la primavera,
revivirán las flores que sembraste.
Pero en cambio nosotros
ya nunca más veremos
la casa entre la niebla.
De No me preguntes cómo pasa el tiempo(1970)
A quien pueda interesar
Que otros hagan aún
el gran poema
los libros unitarios
las rotundas
obras que sean espejo
de armonía
A mí sólo me importa
el testimonio
del momento que pasa
las palabras
que dicta en su fluir
el tiempo en vuelo
La poesía que busco
es como un diario
en donde no hay proyecto ni medida
De Irás y no volverás (1973)
Horas altas
En esta hora fluvial
hoy no es ayer
y aún parece muy lejos la mañana
Hay un azoro múltiple
Extrañeza
de estar aquí de ser
en un ahora tan feroz
que ni siquiera tiene fecha
¿Son las últimas horas de este ayer
o el instante en que se abre
otro mañana?
Se me ha perdido el mundo
y no sé cuándo
comienza el tiempo
de empezar de nuevo
Vamos a ciegas en la oscuridad
Caminamos a oscuras
en el fuego
De Islas a la deriva (1976)
Desde entonces
Hubo una edad (siglos atrás, nadie lo recuerda)
en que estuvimos juntos meses enteros,
desde el amanecer hasta la media noche.
Hablamos todo lo que había que hablar.
Hicimos todo lo que había que hacer.
Nos llenamos
de plenitudes y fracasos.
En poco tiempo,
incineramos los contados días.
Se hizo imposible
sobrevivir a lo que unidos fuimos.
Y desde entonces la eternidad
me dio un gastado vocabulario muy breve:
“ausencia”, “olvido”, “desamor”, “lejanía”.
Y nunca más, nunca más, nunca, nunca
De Desde entonces (1979)
Volver al mar
Sombra
de los alcantilados en el mar
o mancha ondulante
de pez, de ave o de piedra.
Nada se mueve bajo el sol si el mar
es la inmovilidad del movimiento.
Y desde que empezó a ser mar
y perdió su planeta
está insistiendo con las mismas olas
en su plegaria plañidera
que de repente se transforma en la furia,
el tormento de la tormenta.
Este pedazo del inmenso mar
para mí es todo el mar
o como si lo fuera,
porque siempre regreso a verlo.
Y cuando pienso en mar
dentro de mí se forma esta imagen.
Quiero decir:
lo llevo tan dentro
que su rumor es como el caudal de la sangre.
Y desde mi subjetividad deleznable,
el mar se habrá cambiado en desierto
cuando ya no esté aquí para mirarlo y amarlo;
cuando mi ceniza
arda por un instante en la espuma rota
y de nuevo sea
átomo de la nada o de la vida invencible
en la totalidad del océano unánime.
De Los trabajos del mar (1983)
Miro la tierra (1987)
Live Bait
1
¿Cuántos minutos faltan todavía
para que descomience lo empezado?
Live bait: letras de neón en la noche.
Rumor de arroyo y cascada.
Olor a comida.
Sólo este idioma
distingue cruel entre un pez y un pescado.
Live bait:
grandes campos de fango y entre el lodo
se multiplican las lombrices.
Cavan (y no lo saben) para airear la tierra.
Viven (y no lo saben) para servir de carnada.
Aquí venden lombrices por docena.
Jack Köning da un trago a su licor (mortal)
y fuma su tabaco (mortífero).
Live bait: las letras que se encienden y apagan,
ocultan y descubren nuestra efímera cara.
2
“Pago lo que me como y la pocilga en que vivo
recogiendo lombrices”, dice Jack Koning.
“Mil por hora, hasta diez mil algunos días.
Pobres agusanadas color carne.
Mejor no hablar de lo que me
recuerdan cuando se agitan
en las bolsas que cubro
de aserrín para absorber lo viscoso
de mis amigas, mis servidoras, mis víctimas.
Soy como ellas: el patrón me deja
tan sólo diez centavos de la docena
que él vende a tres veinticinco.”
Live bait: carnada viviente.
Prosigue Jack: “Hay dos clases:
Bloodworms, que no valen mucho
por su abundancia, y Nightcrawlers.
la aristocracia en su género”.
(Bloodworms: gusanos de sangre.
Nightcrawlers: los que reptan de noche.)
3
El doctor Job y el doctor Freud
desde la tumba aplauden a
este maestro de vida.
Koning resume
sus enseñanzas y experiencias
al llamarnos así: gusanos de sangre
que se afanan y reptan por la noche.
Y eso que las lombrices no hacen la guerra,
no hablan de amor
ni destruyen el mundo para ser ricas y fuertes.
Los peces no torturan.
No cobran nunca
intereses sus bancos.
Como son mudos
nunca aprendieron a mentir y engañar.
Y las lombrices no traicionan
a nadie ni se creen nada.
No se sabe que opriman a otras lombrices.
Clavados en el anzuelo y también agitándonos,
todos nosotros esperamos, live bait,
que muerda el pez y moriremos unidos.
El enemigoaliado, verdugovíctima.
Qué solidaria es la derrota.
Qué mutualismo engendra la catástrofe.
Qué ocupación tan minuciosa
la del odiado en el odiante.
Alguien se beneficia con todo esto
y él a su vez será pescado por otro
–y tampoco lo sabe.
4
“Cavan el suelo en busca de frescura.
Sólo quieren vivir tranquilas.
Después de la lluvia salen a respirar y encuentran mi lámpara
y la cubeta que lleva a su prisión y exterminio
las lombrices incautas como las truchas.”
Incautas no nada más las lombrices y truchas.
Desde el punto de vista de otras galaxias
somos tal vez peces en el mar de aire, el
maraire; lombrices
que perforan la tierra, el planeta Tierra
5
Nadie se burle de los primitivos
pues no se dejan retratar para que no les roben el alma.
Los primitivos de esta era juzgamos dioses
a los gigantes invisibles
(destino, historia)
que se divierten pescándonos.
Yo (que soy tú si te engancharon mis líneas)
salgo de entre mi lodo o muerdo el anzuelo
que prometía placer o poder o consuelo o dicha
–o simplemente paz, olvido, nirvana–
y estoy aquí debatiéndome.
Cómo me han engañado. Qué tonto fui
al suponerme distinto de mis hermanas las lombrices
o de mi hermano el pez (el odiante:
lo que respiro a él lo asfixia).
Live bait, live bait: todos hijos
de nuestra inmisericorde Madre la Vida
que se alimenta de Muerte.
O de la Madre Muerte que se alimenta de Vida.
Una de dos o las dos son la misma
Live bait nosotros también,
los encarnados para ser carnada,
lombrices pensantes a quienes programaron con
lenguaje y conciencia para reflexionar en su desdicha
Y a pesar de todo esto aún creo en ti,
enigma de lo que existe:
horrible, absurda, gloriosa vida
que no cambiamos (ni en el anzuelo) por nada.
De Ciudad de la memoria (1990)
Nuevo orden
Lo acumulado se rebela en caos,
secuestro bajo la muchedumbre ingobernable
de papeles y objetos.
No hay que rendirse al pasado
sino echar por la borda el lastre.
Lo que fue hecho para frenar el instante
se transforma en cadáver de aquel instante.
Vivir ligeros, sin souvenirs, sin archivos.
Lo que ha sido se ha ido.
Ya se fue.
El mañana
vendrá como quiera y sin miramientos.
Sobre todo sin miramientos.
De El silencio de la luna (1996)
Memoria
No tomes muy en serio
lo que te dice la memoria.
A lo mejor no hubo esa tarde.
Quizá todo fue autoengaño.
La gran pasión
sólo existió en tu deseo.
Quién te dice que no te está contando ficciones
para alargar la prórroga del fin
y sugerir que todo esto
tuvo al menos algún sentido.
De La arena errante (1999)
La moda
La moda pasa de moda.
La desnudez sigue intacta
como al principio del mundo.
De Siglo pasado (2000)
Despoblación
Herida de hallar entre papeles destruibles una agenda remota: archivo muerto de los muertos, necrópolis de las ausencias y los afectos perdidos. La deshabitan personas de otras épocas y otros lugares. Unas cuantas siguen aquí a la distancia de algunas calles, un número telefónico o una dirección de Internet –pero en sitios que no volveré a ver, recintos adonde no hay retorno posible.
Entre tanta destrucción queda una parte edificante. En el zafarrancho general de la vida, en la guerra perpetua y la separación interminable, sobreviven, y nada puede ya borrarlos, el segundo de amor, el minuto de acuerdo, el instante de amistad. Basta para vivir agradecidos con esos nombres que no volveremos nunca a pronunciar.
De Tarde o temprano (Poemas 1958-2009)
La mayoría de edad
La mayoría de edad
no se alcanza por fecha de nacimiento
ni consta en los archivos oficiales.
Nos graduamos de adultos nada más
cuando alguien nos deja.
En plena juventud llega de pronto
el sabor de la muerte.
De Como la lluvia (2009)